Paseando por mi barrio
hoy entré a una tienda
aún era buen horario
para que quizás me atiendan.
Al otro lado del mostrador
el tendero sonriente
una vez me saludó
preguntó pacientemente.
De mi compra yo salí
con una bolsa y un tercio
aquella vez aprendí
que hace falta el comercio.
La pena que a mí me da
que cada vez quedan menos
y vivir la frialdad
de grandes centros tan llenos.
Porque el Estado no ayuda,
ni los Ayuntamientos,
ni verás quién acuda
a reducir sus impuestos.
Se acabará la función
y no hace falta ser sabio
para preveer la extinción
de los comercios de barrio.
– José Luis Fuentes Sánchez –